viernes, 9 de octubre de 2009

Si me querés decir algo, decímelo. Pero decímelo a la cara y directamente, sin dar vueltas, sin trabarte veinte veces, sin decirme "yo que sé", sin soltar frases pelotudas y sin sentido para que descifre. Si me tenés que decir algo, decémelo. Que no te importe lo muy mal que pueda sonar, pero que el mensaje sea claro. Porque no me gusta tener que andar revolviendo entre palabras confusas, hasta encontrar una frase certera y dolorosa. No quiero vueltas. No quiero que dudes a la hora de decirme las cosas. Contame claramente lo que no te gusta de mí, dame tus razones para acabar esto acá, y después nos vamos los dos por separado, dejando a mi corazón en el medio, ahí, tirado.