jueves, 10 de septiembre de 2009

SEGUIR.

Cuando retenés tantas cosas adentro tuyo, cuando todo lo que pasa a tu alrededor lo absorbés y no lo exteriorizás, cuando ponés una sonrisita a todo y hacés creer a los demás que no te pasa nada malo, te hace mal. Porque tarde o temprano, todo sale. Algún día lo vas a tener que decir, algún día vas a hablar, se te va a escapar.
Y no importa si lo hacés de a poco o largás todo junto, lo importante es que va a salir. Y probablemente cause todo lo que querías evitar, razón misma por la que callaste tanto tiempo. Pero no podés controlar todo: no podés tener el control total. Es frustrante, lo sé, pero principalmente tenés que aprender a perder. Tenés que saber recargar las armas en el momento preciso y aprender a seguir. Y si las armas no se cargan completamente, lo lamento: vas a tener que seguir para adelante. Porque todo sigue, el mundo va a girar aunque no estés preparado para ello. El tiempo es invisible y no lo podés parar, y si te quedás mirando atrás, no vas a avanzar nunca. Y no te lo recomiendo. No es la sensación mas grata, aunque probablemente sea la más cómoda.
Una de las cosas importantes en la vida es saber aprender de los errores y tratar de romper esa especie de regla que dice que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra".
Todos alguna vez sentimos que el mundo se murió. Todo el mundo piensa en algún momento que ya nada vale la pena, es normal. Intentá que no se haga costumbre. Tratá de ponerle el pecho a las balas aunque cueste y veas que te sangra.